Lamentablemente este sea quizá el aspecto más olvidado en México, por un lado los compradores de una vivienda no tienen la cultura de la ventana arraigada y por otro lado los constructores utilizan estos elementos como una válvula para amortiguar costos, cuando el presupuesto de construcción se les dispara, ahorran bajando la calidad de las ventanas.
Por su parte, los diseñadores, es decir generalmente los arquitectos no suelen prestar mucha atención al optimizar el tipo de ventanas y a su presupuesto asociado, dejando su construcción, como ya lo hemos dicho en otros capítulos, en manos de “maistros” con mucha experiencia, pero con poca formación técnica, incapaces de calcular la eficiencia térmica o acústica y otras características que dependen de factores altamente tecnológicos.
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